Santiago de Chile
domingo 24 de agosto de 2008
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El Mercurio
Revista de Libros
Domingo 24 de agosto de 2008
ENTREVISTA Saga policial
ROBERTO AMPUERO: Cita con el Neruda íntimo
Este lunes llega a librerías "El caso Neruda", novela en la que el exitoso autor de ficciones policiales narra la "primera" investigación de Cayetano Brulé, encargada nada menos que por Pablo Neruda, en momentos en que éste se acerca a la muerte y el país se encuentra al borde del colapso.
María Teresa Cárdenas
Después de cinco novelas con Cayetano Brulé como protagonista y a quince años de haber obtenido el Premio Revista de Libros por ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, la primera de la saga, Roberto Ampuero (Valparaíso, 1953) ha decidido "revelar" el pasado de su detective. Un pasado nada de común y del cual sólo había entregado algunos datos: "-Soy norteamericano de pasaporte -aclara el propio Brulé en ¿Quién mató...?-. Pero nací en La Habana el 45. Mis padres emigraron a Florida el 56, tres años antes de que Castro tomara el poder, y allá estudié y trabajé hasta que conocí a una chilena, de la cual prefiero no acordarme. Me convenció de venir a Valparaíso". La mujer ahora tiene nombre, Ángela Undurraga Cox; pertenece a la alta sociedad chilena, y está comprometida con la revolución socialista del gobierno de la Unidad Popular. A través de ella, Cayetano Brulé llegará por primera vez a La Sebastiana y, de manera involuntaria y casual, establecerá una entrañable relación con Neruda. Afectado por el cáncer y por la realidad del país, el poeta revisa su vida y busca saldar algunas cuentas con el pasado, incluida la búsqueda de un hijo o hija que habría engendrado en México, a principios de los años 40. Gran lector de novelas policiales, es él quien descubre en este joven cubano su potencial como detective privado. Y le encarga su primera investigación. Es El caso Neruda, novela con la que Roberto Ampuero reinventa la carrera de Cayetano Brulé y de paso la propia, estrenando nueva editorial: Norma, y nuevo agente literario: Willie Schavelzon.
"Neruda no fue hombre de confesiones"
Desde Estados Unidos, donde en los últimos años ha obtenido un Master of Arts (MA) y un doctorado (PhD), y actualmente es profesor de escritura creativa en la prestigiosa Universidad de Iowa, Roberto Ampuero entrega algunas claves de su novela, antes de emprender la exigente gira que lo traerá a Chile la primera semana de noviembre -para presentar la novela en Santiago, Valparaíso, Concepción y Temuco-, luego lo llevará a Buenos Aires, Bogotá y Ciudad de México, y en febrero a España. Y eso no es todo; ya ha firmado con Italia y Brasil, y "hay varios países más" interesados en El caso Neruda.
-¿Por qué decidiste inventarle un pasado a tu detective?
-Mis personajes son para mí como las personas que conoces en la vida real. Nunca sabes todo de ellas, las vas descubriendo de a poco. En la primera novela yo apenas conocía a Cayetano. Y cuando la terminé, pensé que eso era todo en mi vida con él, y adiós. Fue la espectacular acogida del público y la obstinada persistencia de Cayetano en mi imaginación lo que me hizo volver a ese personaje que exigía más historias, pero también más datos sobre su pasado.
-¿Y en qué momento lo relacionaste con Neruda?
-Fueron ellos los que se vincularon. Con los años me he convencido de que en el surgimiento de los personajes literarios hay una dimensión misteriosa, que el escritor no maneja. Cuando Valparaíso me declaró Hijo Ilustre, viajé a Chile y visité La Sebastiana. Allí me entró la sospecha: si Cayetano llegó a Chile por razones de amor a comienzos de los setenta y se instaló en Valparaíso, tiene que haberse cruzado con Neruda.
-¿Qué significó en términos de tiempo y de trabajo investigar la biografía de Neruda?
-Me pasé noches leyendo libros y artículos sobre el Nobel, visitando sus obras y viendo fotografías suyas en la soledad de la biblioteca de la Universidad de Iowa, que cierra a las dos de la mañana. En algún momento, mi mujer debe haber dudado de que mi cita nocturna fuera con el poeta. Busqué lo fáctico y también lo ambiental en torno a él y, más importante, aquello que pocos conocieron: el Neruda íntimo, fuera de las cámaras y de la corte de amigos y aduladores que lo rodeó. Ese Neruda que al final del día, y cuando escuchaba ya los pasos de la muerte, se quedaba solo, revisando pensativo sus acciones y omisiones a lo largo de su existencia. Aprendí que Neruda no fue hombre de confesiones, sino de "procesiones por dentro". Sólo la ficción puede llegar con autoridad a ese nivel de la subjetividad individual, porque se nutre de la imaginación.
-¿Por qué pusiste el énfasis en el aspecto amoroso de su vida?
-Porque él fue un poeta de amores e infidelidades, temas que abordo en Los amantes de Estocolmo y Pasiones griegas. En El caso Neruda me interesaba explorar el amor como energía inspiradora del artista, y la mala conciencia que puede crear la búsqueda del amor y la felicidad. ¿Cuántos quedan en nuestro camino cuando alcanzamos el amor con alguien? Quería, además, tocar otra veta del alma del poeta, un ser que tuvo fama, dinero, amigos y reconocimiento mundial: la sospecha de que, al final, la trascendencia no la dan los libros ni el éxito abrumador, sino la descendencia; no la tinta, sino la sangre. Neruda tiene que haber reflexionado sobre eso, sobre los hijos que soñó tener, las amantes que pudieron habérselos dado y el dolor que causó buscando el amor. "Yo te pregunto, dónde está mi hijo?", dice Neruda en Los versos del capitán. De ese verso surge mi novela.
-¿En qué libros, documentos, personas te apoyaste para crear al "personaje Neruda"?
-Consulté textos, documentales y grabaciones de su voz. Entre los textos esenciales están los de Sarita Vial, Margarita Aguirre, Virginia Vidal, Inés María Cardone, Matilde Urrutia, Pili García Tello, y los de Hernán Loyola, David Schidlovsky, Enrico Mario Santi, Jaime Concha, Volodia Teitelboim, y los de Jorge Edwards y Antonio Skármeta, desde luego. Pero cito a las mujeres en primer término porque ellas me transmitieron aquello que yo buscaba: la percepción del amor y el desamor, los anhelos frustrados, la fugacidad de la existencia, y el poder y la fragilidad del olvido. También volví a Confieso que he vivido, memorias generosas con Valparaíso, y a sus columnas del Oriente.
-¿Te preocupa la opinión de los biógrafos de Neruda por las licencias que te tomaste?
-Imagino que saldrán al ruedo "los dueños" de Neruda, dueños de lo que hizo y no hizo, de lo que pensó en la ducha y entre las sábanas. Pero Neruda es de todos y yo, como novelista, tengo libertad en una novela para proyectarlo de una forma, en este caso, respetuosa y humana. Aunque El caso Neruda es una novela, y no una biografía ni novela histórica, la escribí después de estudiar su persona. La verdad de una novela no está en los hechos fácticos sino en su capacidad para urdir un mundo convincente. El caso Neruda es, junto con Nuestros años verde olivo, mi novela más verosímil. Aunque repita mil veces que es una novela, la gente la leerá como realidad. Es el poder de la literatura.
-Aquí relacionas la enfermedad de Neruda con lo que se vive en el país. ¿Sentías que era una deuda pendiente narrar tu visión de esa época?
-Quería narrar esos años, como más o menos lo hice, aunque oblicuamente, en Nuestros años verde olivo. La literatura, dijo Marx, permite a veces conocer mejor la historia que los textos de historia. Los españoles aún hablan de la Guerra Civil; los alemanes, del nazismo; y los estadounidenses, de la esclavitud. ¿Quién nos hizo creer que nosotros podíamos dar vuelta la hoja más rápido sobre una etapa traumática del país? La novela establece un nexo entre la enfermedad de Neruda y la división del Chile de entonces, pero también entre el caso que le encarga a Cayetano y la esperanza de que el país vuelva un día a reconciliarse. De la novela se desprende también que sólo a la luz del Chile actual se puede comprender a fondo lo que ocurrió entre 1969 y 1989. Están ya obsoletas las explicaciones simplistas de lo que ocurrió y ocurre hoy en Chile. Pero El caso Neruda es una novela de la esperanza.
-¿Hay nostalgia en esa mirada a pesar del desastre que se vivía en el país?
-No hay que confundir mi interés como novelista por recontar la historia con la nostalgia. Por otro lado, los países nunca escapan de su historia. Aquellos que prefieren el velo del olvido sobre ciertas etapas, contribuyen a la repetición de los errores, pero, atención, lo mismo les ocurre a quienes las idealizan o demonizan. En El caso Neruda emergen una visión crítica del Chile actual y una mirada apasionada, pero objetiva, del gobierno de Allende y los comienzos de la dictadura.
-Hay también en esta novela una constante reflexión sobre la ficción y sobre el género policial, con sus particulares características en el caso de Latinoamérica.
-Neruda instruye como detective a Cayetano entregándole novelas policiales. Y mientras Cayetano investiga el caso del poeta y lee las novelas, descubre algo clave: ninguno de los detectives literarios del Norte, llámense Sherlock Holmes, Maigret, Dupin, Poirot o Marlowe, podría resolver casos en el Sur. Cayetano se dice: 'Si los detectives de que me habla el poeta desembarcasen en Valparaíso, Bogotá o Ciudad de México, el primer día les robarían la billetera, los morderían los perros vagos y los apedrearían los niños de la calle'. Cayetano nota que en América Latina no hay lugar para detectives kantianos porque aquí rigen la improvisación, la violencia social y otro modo de vivir la vida. Intuye que si quiere sobrevivir como detective, ha de conocer bien este mundo, no imitar a nadie, ser original. Esto no tiene que ver con teoría literaria, sino con la práctica cayetanesca.
-¿Te impresionó saber que a Neruda le gustaban las novelas policiales?
-¿No te sorprende que, siendo Neruda gran lector de novelas policiales, nadie escribiese una con él de protagonista? Neruda "me persiguió" desde niño: La Sebastiana está cerca de la casa de mi infancia; la primera vez que lo vi, en la Avenida Alemania, yo paseaba de la mano de mi padre; el papel de sus poemas en el pololeo, su amor por Valparaíso, su compromiso político, su tensa relación con Castro y la revolución cubana, su entrega a la poesía, y, como dices, su afecto por la novela policial. Yo escribo los libros que hubiese querido encontrar en los estantes de las librerías. "La novela es un guiño a Valparaíso"
-¿Eres tú ese joven que sueña con escribir una novela y que lo saluda en un cerro de Valparaíso?
-Sí, yo soy ese joven de camisa amaranto y ganas de ser escritor que aparece en la novela. Yo era apenas un lolo cuando murió Neruda. Lo vi en actividades públicas y recitales. Era "nuestro" poeta. Lo conocí a través de su obra y los relatos sobre él. Como adolescente nunca me atreví a tocar la puerta de La Sebastiana, como sí se atrevió Cayetano Brulé.
-Una vez más haces viajar a Cayetano Brulé por distintos países, pero sobre todo aparece aquí Valparaíso. ¿Esta novela es también tu homenaje a la ciudad en que naciste?
-La novela es un guiño a mi ciudad y al poeta que tuvo casa en ella y la cantó. Valparaíso es una ciudad única en el mundo, y mientras más viajo, más me convenzo de eso. Es bella, original. No imita a nadie. Simplemente es. Se reinventa después de cada crisis.
-¿Crees que por tener a Neruda como protagonista este libro podría convertirse en un segundo "cartero de Neruda"?
-Sé que ya hay interés de productores cinematográficos de Chile y el extranjero por la saga de Cayetano Brulé. Pero prefiero no estar pendiente de esto, y que se ocupe de ello mi agente, Willie Schavelzon...
-"Tú eres diferente, auténtico, nuestro, un detective con sabor a empanadas y vino tinto, como diría Salvador (Allende)...", le haces decir a Neruda. ¿Qué le espera a Cayetano Brulé después de la revelación de este pasado y con un padrino inmejorable?
-En orden cronológico, El caso Neruda es la primera historia de Cayetano. Los lectores saben ya a través de otras cinco novelas qué ocurrió después de esa conversación. Veo el futuro de Cayetano sembrado de nuevas exploraciones y amores y si el destino no impone otra cosa, creo que hay Cayetano Brulé para rato.
El caso Neruda
Roberto Ampuero
Editorial Norma, Santiago, 2008, 330 páginas, $9.900.
NOVELA
"Neruda tiene que haber reflexionado sobre los hijos que soñó tener, las amantes que pudieron habérselos dado y el dolor que causó".
"Cayetano nota que en América Latina no hay lugar para detectives kantianos porque aquí rigen la improvisación, la violencia social y otro modo de vivir la vida".